CIUDAD
DE MÉXICO, mayo 3 (EL UNIVERSAL).- En términos numéricos, el Cártel de Sinaloa
puede considerarse como la aerolínea más grande de México, ya que en la última
década su flotilla ha superado en cantidad de unidades a la empresa con más
aviones en el país: Aeroméxico, que posee 127. De 2006 a 2015, de acuerdo con
información obtenida por EL UNIVERSAL vía transparencia, autoridades militares
le han incautado 599 aviones a la organización criminal, que movieron cocaína y
marihuana por toda Latinoamérica.
Si fuera
una empresa legal, el cártel también competiría como la compañía aeroportuaria
más lucrativa del país, operando 4 mil 771 pistas de aterrizaje clandestinas de
entre 500 metros y un kilómetro de longitud, enclavadas en el corazón de las
sierras en estados norteños.
El
propio líder de la organización, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, declaró en su
entrevista para la revista Rolling Stone, difundida en enero pasado: “Yo
suministro más heroína, metanfetaminas, cocaína y marihuana que cualquier otra
persona en el mundo. Tengo una flota de submarinos y aviones”.
En los
últimos años, el éxito del cártel de la droga más poderoso del mundo ha
radicado en la operación de aviones ultraligeros que pueden transportar más de
500 kilos de droga y que han sido piloteados —según informes de las fiscalías
federales en Estados Unidos— por elementos de alto rango de la Fuerza Aérea
Mexicana.
Información
de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) entregada a EL UNIVERSAL a
través de la Ley de Transparencia, revela que en los últimos 10 años, el Cártel
de Sinaloa ha trazado una serie de rutas aéreas para el trasiego de droga:
parten de municipios enclavados en las sierras de Sinaloa, Chihuahua y Durango,
conocido como el Triángulo Dorado.
Los
aviones aterrizan en estados fronterizos donde han mantenido hegemonía, pese a
las pugnas por el control de la zona con otros cárteles de la droga: Baja
California y Sonora.
De
acuerdo con estos datos, en la administración del ex presidente Felipe
Calderón, militares aseguraron 544 aeronaves. En los últimos tres años se han
decomisado 55 aviones.
Pero el
Cártel de Sinaloa continúa traficando drogas en aeronaves. En lo que va de esta
administración federal se han logrado detectar 894 pistas de aterrizaje
clandestinas en las fronteras mexicanas, las cuales han dejado de operar como
tales.
Los decomisos
De
acuerdo con la información obtenida por EL UNIVERSAL —a través de las
solicitudes de información y un recurso de impugnación—, de 2006 a 2015, de las
599 aeronaves que aseguró en ese periodo la Secretaría de la Defensa Nacional y
que estaban en funcionamiento para traficar droga del Cártel de Sinaloa, 13 son
helicópteros y 586 aviones.
Durante
el periodo que va de 2006 a 2012 se logró el aseguramiento de 544 aeronaves, y
sólo en el año 2008 la cifra fue de 284.
En 2013
se aseguraron 19 aviones, durante 2014 fueron 14, y en 2015, 22 aeronaves.
¿Cuál es la ruta?
El
itinerario está marcado: las aeronaves fueron decomisadas en su mayoría en
municipios de Sinaloa: Culiacán, Navolato y Ahome.
La
Sedena proporcionó datos sobre los lugares donde los aviones están despegando y
aterrizando. Desde 2006 han descubierto 4 mil 729 pistas de aterrizaje
clandestinas. En los últimos tres años se registraron 894.
La ruta
que han seguido los pilotos del narcotráfico es: salir de los estados de
Sinaloa, Durango y Coahuila, en el Triángulo Dorado. Es ahí donde se
localizaron un gran número de pistas, particularmente en Badiraguato, Guadalupe
y Calvo, Guachochi y Tamazula, municipios enclavados en la Sierra Madre Occidental.
Sin
embargo, el mayor número de ellas se concentró en la frontera norte de México,
específicamente en el noroeste. En el caso de Baja California fueron
descubiertas mil 25, y en Sonora, mil 564.
Las
aeronaves del grupo criminal partieron de la sierra y aterrizaron en las
fronteras, para luego trasladar la droga a Estados Unidos, comenta personal
militar.
Municipios
como Ensenada, Mexicali y Tijuana, en Baja California; Álamos, Caborca, Nogales
y Santa Ana, en Sonora; Badiraguato, El Rosario y Culiacán, en Sinaloa;
Guadalupe y Calvo y Guachochi, en Chihuahua; Tamazula, en Durango, y La Paz, en
Baja California Sur, concentran 50.7% del total de las pistas clandestinas en
México, de acuerdo con esta información.
Todos ganan
Aunque
la Secretaría de la Defensa Nacional mantiene clasificadas las especificaciones
de los aviones asegurados, el Servicio de Administración y Enajenación de
Bienes (SAE) proporcionó a EL UNIVERSAL, a través de la Ley de Transparencia,
un listado de las aeronaves rematadas desde 2006 a la fecha, es decir, unidades
que no pudieron comprobar su legal procedencia.
En
total, de acuerdo con el SAE, fueron revendidos 105 aviones decomisados. Los
modelos más comunes: Cessna, Rockwell, Gulfstream, Piper y Beechcraft. La venta
de las aeronaves decomisadas también dejó al gobierno federal, según la
institución, ingresos por 81 millones 654 mil 707 pesos.
Entre
2010 y 2012, el SAE difundió que remataría avionetas incautadas al
narcotráfico, entre las que destacaban aviones Cessna, que se han convertido en
la principal herramienta del hampa por sus características.
De las
105 aeronaves, 60 fueron Cessna. La más popular: el modelo 206, que tiene
puertas dobles laterales y permite una carga y descarga de paquetes más rápida.
Además, existen kits para ampliar su reserva de combustible, lo que le permite
recorrer distancias largas, de hasta mil 300 kilómetros.
Otra
ventaja para los narcotraficantes es que las Cessna sólo necesitan un tramo de
tierra de entre tres y cuatro cuadras para despegar y aterrizar, lo que la han
convertido en la aeronave más popular de la última década.
El piloto alemán del cártel mexicano
Jorge
Arévalo Kessler fue detenido en México el 7 de abril de 2008 por elementos de
la Policía Federal en la Ciudad de México. El hombre, de 44 años, no fue
apresado cuando despegaba o aterrizaba uno de los aviones Jet Commander que
piloteó durante varios años. Caminaba por la colonia Juárez.
Arévalo
Kessler, proveniente de una familia acaudalada y originario de Alemania,
adquirió nacionalidad mexicana. En 1987 se tituló como Piloto Aviador Militar
de la Escuela Militar de Aviación Número 5, en Jalisco.
Aquella
tarde sería detenido por traficar droga en una avioneta que voló desde Ecuador
hasta Toluca. El piloto fue encarcelado en el penal de Almoloya de Juárez,
donde sólo permaneció 22 meses, hasta que el 24 de febrero de 2010 salió del
reclusorio de máxima seguridad para ser extraditado a Estados Unidos.
Autoridades de la Fiscalía Federal de Texas habían recopilado evidencias
durante años, que probaban que Arévalo Kessler era uno los pilotos de mayor
rango al servicio del Cártel de Sinaloa.
Desde
2010, Arévalo Kessler ha permanecido encarcelado en un centro de detención en
Texas. Su juicio —al igual que el de otros narcotraficantes de alto perfil—
permanece clasificado por las autoridades de Estados Unidos, pero en agosto de
2015 se hicieron públicos algunos documentos: las transcripciones de las
audiencias en las que el piloto se declaró culpable, y el juicio de sentencia.
Documentos
proporcionados a EL UNIVERSAL por la Fiscalía del Distrito Sur de Texas dan
cuenta de cómo Arévalo Kessler llegó a un acuerdo con el gobierno de EU. No se
revelan detalles de los datos que brindó, pero el juez ofrecería como argumento
para reducir su condena que obedecía a un acuerdo de culpabilidad que incluía
intercambio de información. La transcripción de su juicio, desclasificada el 19
de agosto de 2015, detalla que en enero de 2011 el piloto aceptó que se dejó
llevar por la avaricia.
“Estoy
orando y acabo de pedirle al Señor que quiero cambiar y hablar con la verdad.
Lo que hice estuvo mal. Yo estaba actuando, cegado por la avaricia. Al tratar
de darle una mejor vida a mi familia, lo hice de forma equivocada. No he visto
a mis hijos durante tres años. Tomé una decisión equivocada y estoy totalmente
consciente de que hice las cosas mal. Lo siento mucho, realmente digo, ¿qué
puedo decir?”.
La
fiscalía texana recabó pruebas que comprobaron que pertenecía a una
organización de pilotos de alto rango que trabajaban para el Cártel de Sinaloa.
Se alió
con Alejandro Flores Cacho y Ricardo García Sánchez, pilotos aviadores de la
Escuela Militar de Aviación de la Secretaría de la Defensa Nacional. A partir
de 2003 traficaron droga desde Sudamérica para el cártel.
El
Departamento del Tesoro de EU informó que los pilotos operaban el tráfico de
narcóticos por aire a través de las empresas Mantenimiento, Aeronáutica,
Transporte y Servicios Aéreos, SA de CV, un hangar de aviones y mantenimiento
ubicado en Toluca; Aero Expreso Intercontinental, SA de CV, una compañía aérea
de carga con sede en la Ciudad de México. La más importante es Capacitación
Aeronáutica Profesional, una escuela de vuelo en Cuernavaca que utilizaban para
entrenar a los nuevos pilotos que participarían en el tráfico de drogas. Flores
Cacho y García Sánchez continúan prófugos.
Durante
el juicio, la defensa de Arévalo Kessler argumentó que sus delitos eran “un
error”. Y solicitó al juez considerar que no era mexicano. El documento
proporcionado por la Fiscalía del Distrito Sur de Texas, en poder de EL
UNIVERSAL, incluye el testimonio del abogado.
“Es un
hombre muy bien educado que alcanzó el nivel de capitán de la Fuerza Aérea
Mexicana (FAM). También entrenó a cientos de pilotos. Además, tiene a su esposa
y sus dos niños que esperan por él. Ha tenido la oportunidad de viajar por todo
el mundo. No sólo es mexicano, él también es ciudadano alemán. Ha tenido tantos
privilegios y una buena educación, también es un combatiente. Quiero decir, él
ha volado aviones de combate, aviones comerciales, jets pequeños y grandes. Por
desgracia, como él dijo, estaba cegado por la codicia. Pero es un hombre que
tiene un talento tremendo. Habla tres idiomas y creo que la Corte debe ser
compasiva para darle el crédito que merece”.
Antes de
la detención, la aerolínea Emirates Airlines, de Dubái, le había ofrecido un
empleo como piloto aviador. La defensa logró reducir la pena de 20 a 11 años.
FUENTE: Con info de FCPA blog y http://www.controlcapital.net/
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La Experiencia hace la Diferencia.
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